Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), se ha realizado una convivencia con el alumnado para reforzar la importancia de la salud mental, eliminar el estigma de la psicología y los problemas mentales, sobre todo en la situación actual que vivimos.
El colectivo con el que trabajamos en nuestro centro –migrantes, refugiados y solicitantes de asilo – suelen enfrentarse a situaciones traumáticas, que van desde las razones por las que tuvieron que huir, obligados, hasta las dificultades sobrellevadas en su viaje hasta nuestro continente y los problemas a los que se enfrentan una vez han terminado su camino. Estas situaciones dejan en nuestros estudiantes marcas físicas y psicológicas difíciles de arrancar. Por este motivo, consideramos una prioridad ser parte del proceso de adaptación y de sanación de sus heridas, como acompañantes de su aprendizaje.
La jornada comenzó con la puesta en común del concepto de salud mental, para conocer la visión de nuestros alumnos, comparando el estigma social que tiene en sus respectivos países (de África subsahariana, Europa del Este, Magreb, etc.). Este intercambio cultural sacó a la luz la figura del psicólogo, al cual tienen acceso normalmente dentro de su programa. Consideran muy importante tener la ayuda de este médico, como puede ser otro cualquiera, porque para ellos la mente es otra parte del cuerpo, tan importante como otra. Es curioso cómo salió la figura del chamán o curandero en muchas tribus africanas, quien se encarga de «espantar» los posibles problemas que atormentan las mentes de las personas allí.

Se pasó a hablar sobre los pilares fundamentales para tener una buena salud mental, con el objetivo de proporcionarles algunas pautas diarias que les ayudaran a sentirse mejor con ellos mismos y su situación, siempre siendo un aprendizaje transversal a través de la lengua española. Estos pilares trabajados son: vida saludable, autoestima y confianza, con uno mismo y con los demás. Se realizaron diferentes actividades cooperativas y colaborativas para practicar estos hábitos. Lo que más le llamó la atención fue la práctica de la meditación, algo que no conocían previamente.
Para finalizar, se realizó un puzle de la Salud mental en el que los alumnos debían dibujar, escribir, diseñar o crear lo que habían aprendido durante esta jornada, dejándoles desarrollar su creatividad a través del arte.

Esta experiencia fue emotiva y gratificante para los estudiantes, quienes agradecieron esta actividad en todo momento, sobre todo porque tienen la esperanza y la ilusión de poder superar las atrocidades y dificultades de las cuales han sido testigos durante su duro camino hacia nuestro país. Es curioso cómo la mayoría de ellos, en el pilar de la confianza no fueron capaces de dibujar, sino que escribieron la misma palabra: FAMILIA, MAMÁ.
La convivencia finalizó con un gran mensaje: Está bien no estar bien. Los alumnos comprendieron la necesidad de expresar sus emociones y de contar con los demás para poder sobrellevar sus problemas de la mejor manera posible.